jueves, enero 31, 2008


Hoy es uno de esos días de tránsito. Pasas, simplemente por ellos sin vivirlos, pensando en ayer y en mañana. O en el ayer y en el mañana, para ser exactos. Vivir a caballo de dos tiempos inaccesibles es no vivir. Pero qué puedo hacer si no me sale otra cosa?
Ponga un presente en su vida!!!! Vívalo, saboréelo, disfrútelo!!!!.
Pues va a ser que no, oiga, es que no me gusta la publicidad, sólo los anuncios de BMW, ya ve usted que exquisitez. Y tampoco me gusta mirar al suelo al andar, por eso tropiezo tanto, por mirar al cielo y a las ventanas de las casas. Esto mío no tiene remedio, es estructural.
Creo que debo haber nacido para estar tumbada al sol y ver las nubes pasar, y paso el tiempo haciendo, haciendo, haciendo, o pensando, pensando, pensando. Dónde queda el reposo, el vacío, el momento, el aquí y ahora? No lo sé.

viernes, enero 25, 2008


Vuelvo a bailar. Después de año y medio, o más, reanudo las clases.Voy a desatar un nudo que me había hecho yo sola para no dejar salir esto de mí. Cargaré con el peso del escenario, del número final, con tal de sentirme otra vez
todaenteramovermedeslizarmesimplementevolaraunquesóloseaconla
mentedejandolospiesdeslizarporeelsuelo.
Es difícil explicar las sensaciones de la danza, cada uno tiene las suyas, lógico.
Yo no lo haré.
Es algo que cada uno tiene que encontrar. Y si no lo hace es que vive de frente para arriba.
Y somos algo más que eso. Mucho más que eso.
Placer motor, Rafa, placer motor. Gozo. Globalidad. Me he pasado, cada cual que busque el suyo.

miércoles, enero 23, 2008



En la vida suelen acompañarnos pequeñas cosas a las que no damos mucho valor por ser eso, pequeñas, y a veces simples. Y cotidianas. Y de puro vistas dejamos resbalar la mirada sobre ellas sin reconocerlas.
Pero son valiosas, mucho. Sin estas menudencias probablemente tendríamos ciertas carencias que no sabríamos como completar. Hoy he reconocido una de ellas: el campito que hay detrás de mi casa. Nada del otro mundo, arenoso como medio Madrid, secarral polvoriento en verano, páramo amarillo grisáceo en otoño, pero verde brillante con las lluvias del invierno y en la corta primavera. Válvula de escape cuando las paredes y los problemas amenazan con caerse encima. Ventana abierta al horizonte que nunca has de pisar. Mar de montañas azules donde navegar en solitario. Escenario de pájaros , sol, viento y alguna jara despistada, y de mis melancolías, sueños y fantasías. Tierra firme donde poner los pies y sentir lo auténtico. Hay muchos mundos, pero éste es el que tengo.

P.S. Y sentiría muchísimo que me lo llenaran de ladrillos y lujosos todoterrenos, lo que me temo que tarde o temprano sucederá....

miércoles, enero 16, 2008

En los setenta y en dos mil.

Estación vacía en la noche cuajada de farolillos. Vías de tren que nacen y mueren en la lejanía.Brillo acerado en el cielo y en el suelo.
No sé dónde voy ni por qué voy. Sólo espero. No viene, no se ve su luz en línea recta entre las sombras. No podré ir a donde quiera que sea que deba ir.
Deseo insatisfecho, angustia, impotencia. ¿Qué haré? ¿Cómo podré? ¿Qué pasará?.
Alguien dice que ya se oye, que ya se ve, que ya viene, que hay que darse prisa.
¿Por dónde? ¿Por qué vía? No lo sé. No lo veo. Lo perderé.
Entre la negrura aparece su silueta verdosa, silenciosa aún. Para. me agarro a un barrote frío y gris. ¡Ya estoy! esta vez no se me escapará, no me quedaré en tierra!
Ando y ando por pasillos oscuros. No hay sitio para mí. Ni siquiera sé si en verdad éste es mi tren. No puedo bajar ahora, me perderé si lo hago. Sólo queda seguir a oscuras, a donde me lleve. Impotencia, angustia, deseo insatisfecho. Tristeza, dolor, miedo.


Durante un periodo de mi vida me vi obligada a esperar un tren que me llevaba de donde yo quería estar a donde no deseaba, y luego algo parecido se convirtió en uno de mis peores sueños. Esto lo escribí mucho tiempo después, esperando realmente el mismo tren de entonces, en el mismo lugar, y supuestamente, yendo a donde quería.
Los sueños y la realidad se cruzan y a veces se mezclan. Dejan una especial confusión que acompaña en la vigilia, se va diluyendo y se olvida hasta que vuelven por el mismo camino que llegaron. Los sueños, y la realidad, no se van.

lunes, enero 14, 2008

"Los nubarrones no vienen esta vez de la bomba demográfica, como advertía Malthus, sino sobre todo de los precios: los alimentos básicos han subido de forma espectacular en muy poco tiempo. Según el Fondo Monetario Internacional, desde 2005 el maíz ha aumentado el 83%; la soja, el 89%; los cacahuetes, el 117%; el aceite de palma, el 140%, y el trigo, el 142%. Globalmente, el coste de los alimentos en moneda constante es aún inferior al de algún pico de la década de 1970, pero hay dos características tan nuevas como letales para los más pobres: la subida es abrupta. Y a diferencia de las tendencias del pasado, todo indica que seguirá creciendo durante varios años consecutivos.

El propulsor principal de la escalada -aunque no el único- es el auge imparable de los biocombustibles, que van a seguir extendiéndose no sólo para combatir el cambio climático, sino también como consecuencia del desbocado precio del petróleo. Incluso el biodiésel más ineficiente en términos ecológicos es rentable si el barril de petróleo supera los 60 dólares.

Por tanto, hay presión en el lado de la demanda para rato: los alimentos convertibles en energía van a seguir subiendo de precio y los agricultores van a aumentar este tipo de cosechas en detrimento de otras que simplemente sirven para alimentar. La FAO, la OCDE, el Instituto de Investigación de Políticas para la Agricultura y la Alimentación (FAPRI, en sus siglas en inglés), el Banco Mundial, The Economist... Todos coinciden: los precios continuarán subiendo con toda seguridad hasta 2010. Algunos se atreven incluso a alargar la serie como mínimo hasta 2020.

"Los biocombustibles crearán hambre. La fiebre por convertir comida en energía llevará al desastre. Hay riesgos muy serios de crear una batalla entre la comida y la energía que dejará indefensos a los más pobres y hambrientos de los países en vías de desarrollo", opina, siempre contundente, Jean Ziegler, el relator especial para el derecho a la alimentación de Naciones Unidas.

Ya hay datos que lo avalan: el uso del maíz para producción de etanol en EE UU, generosamente subsidiado por el Gobierno, se ha multiplicado por 2,5 en un lustro. "Los precios de los cereales y del petróleo van a estar cada vez más interrelacionados", concluye el Instituto Internacional de Investigación para Políticas de Alimentación (IFPRI, en sus siglas en inglés), uno de los centros con más autoridad en la materia. Las estimaciones de este think-tank con sede en Washington son demoledoras: la disponibilidad de calorías serán en 2020 entre el 2% y el 8% inferiores a las actuales, pese a que habrá más bocas por alimentar. El fenómeno afecta a todo el mundo, aunque las zonas más perjudicadas serán el África subsahariana, América Latina y Oriente Próximo."

Esta tarde he leído este reportaje. Datos y estadísticas aparte, lo que me llama la atención es el estado de locura colectiva que se apodera del mundo "civilizado".
Debemos estar perdiendo la cabeza para llegar al punto de elegir entre alimentos o energía. Qué des-animalización, qué pérdida de referencias básicas, que nos llevan a una deshumanización.
Dentro de no mucho, la realidad superará la ficción. Literatura y cine han sido recuerdos del futuro.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Falta/comida/demasiado/cara/elpepisoc/20080114elpepisoc_1/Tes

miércoles, enero 09, 2008

Viajando



Colores, luces, sombras, pasan, pasan, pasan... Pero permanecen en mí para siempre. Forman parte de mí porque han sido desde siempre. Me esencia está compuesta de colores, luces y sombras, y tierra dorada y árboles cenicientos, paredes, rocas, nubarrones espesos, y aire, bañados por una luz tendida, incierta....
Luz que se filtra casi desde el horizonte y tiñe la vida de irreal. Nada es como ahora se ve. ¿O sí lo es realmente, y sólo se puede apreciar ahora?
¿Dónde está la verdad?¿En lo que siempre se ve como se ve siempre o en lo que sólo unos minutos unas pocas veces en tu vida puedes identificar, sentir y dolerte como tuyo, ¡y perdido!?
Perdido el resto del tiempo, sólo y solo en la memoria de tu ser.
¿Dónde está la verdad?

lunes, enero 07, 2008


A estas alturas, sé bien que nunca estaré en todos aquellos lugares con los que soñé de pequeña.
Jugaba con el Atlas de Aguilar, sola, a encontrar ríos, ciudades, islas, que yo misma me proponía mirando el índice. Poco a poco fueron conformándose y tomando vida propia para mí, en unos casos más reales que en otros.
Y ahí están. Siguen conmigo. He viajado, no tanto como algunos, pero más que otros. Y he podido sustituir el cliché que tenía desde entonces por otro, quizá más real, pero no estoy tan segura de ello. Da tan poco tiempo un viaje reconocer algo que se creía conocido...
Y ahora sé que no veré China, ni Vietnam, ni Japón, Australia, Nueva Zelanda, Polinesia...
Ni Oregón. Ni Alaska. No sé si algún día tendré ocasión de ver Sicilia, Malta, Creta, Chipre.
Pero cuando cierro los ojos en medios del lamento, recupero las viejas imágenes de los tiempos del Atlas. Las reconozco, añado todo aquello que he ido guardando durante tanto tiempo y me recreo en ello, mientras pienso que la imaginación me ahorra molestias y tal. Y como recurso tipo pataleo pero modosito, me digo que la reencarnación es algo que debe existir, y que otra vez será. Y ya está.

viernes, enero 04, 2008

rarezas

La tierra me llama, me atrae, cuando en ella aflora el tiempo. O es al revés, y es el tiempo quien me atrae. Pero lo cierto es que la unión de los dos tira de mí. Cuántas veces sentí, al pasar por las sierras de Hellín mirando a poniente, que algo me llamaba. "Mira, mira, siente, siente, estamos aquí, no quites la vista, para y pisa este suelo, únete a nosotros".
Nunca lo hice. Tampoco al pasar por Peñas de San Pedro, o Barrax, Lezuza, Munera. Ni por el Tormo de Minateda. Cientos de cerros me habrán llamado y yo me he quedado expectante, sin entender. Tierras áridas, desprovistas de interés en apariencia, diciendo "aquí estoy yo", y yo, sin entender nada de nada.Pero conmovida.
Hasta que un día estudié lo que no sabía pero presentía. Ese pensar "no sé qué, pero esto tiene algo"se convirtió en el paso natural de entrada de la influencia orientalizante del Mediterráneo hacia el interior. Otro, el lugar donde murió Amilcar Barca. Santuarios íberos. Villas. Castros. Y yo, sin apearme ni una sola vez a ver lo que deseaba.
Hasta que un día, por fin, pude llegar y ver un dolmen, el de Tella, en Bielsa. No tenía ni idea de lo que iba a encontrar, porque no era el sitio lo que me había llamado, sino un cartel en la carretera. El dolmen en sí, era pequeño y podía pasar desapercibido, pero camino hasta llegar, el entorno....Todo un descubrimiento. Grandioso. Yo también hubiera levantado uno allí de haber vivido entonces. Para quedarse y vivir en una cuevita si es preciso!
Luego he visto dos castros, Coaña y el Raso. Los he disfrutado, en el camino, intentando adivinar por qué allí y no en otro lugar, e in situ, tocando las viejas piedras, viendo los contornos de las casas. Pero ninguna sensación que haya tenido se ha podido comparar a esa desazón que me producía pasar por aquellos lugares de historia desconocida para mí, y la de otros, no tantos, que hacen que algo se remueva en mi interior por la llamada del tiempo y la tierra.

jueves, enero 03, 2008

Una ojeada a El Raso, quiero.

Hoy hace un día lluvioso y con viento, de esos en los que no te gustaría salir del calor de la chimenea. Pero las circunstancias mandan y toca hacer de todo. De Reina maga, lo más fastidioso de cuanto toca. Mójate, entra en almacenes, busca deprisa y corriendo lo que quieres o algo parecido, para qué ser exigente en algo tan tonto, corre, pisa charcos, entra en el coche con el paraguas mojado, vuelve, ve, aparca, mira, vuelta a empezar. No es bastante lo que te das a los demás todo el tiempo, todo el año, y encima rómpete la cabeza y pierde tu tiempo LIBRE en buscar qué sé yo. PERO SI ES A MÍ A QUIEN TIENEN QUE REGALAR, JOPE!!!!!! Y, claro está, eso no me toca. Bueh, voy a salir al frío, ventoso y húmedo mundanal ruido, a ver las caras a miles de extraños, que maldita la falta que me hace, y antes, volveré al mirada a un cálido día de agosto pasado. Para tomar fuerzas.