No sé por dónde empezar. Esta noche me olvidé el billete del tren que me llevaría a Murcia, y lo pasé fatal, porque no hay nada peor que querer marchar y no poder. Algo pude arreglar en la ventanilla de la estación y en un banco al que me remitieron, donde una amable señora negra me regaló un artefacto que servía para ver algo así como a través de las cosas. No sé si pude coger el tren o no. Pero sí me encontré en un camino embarrado que llevaba a un colegio al que sólo se podía llegar en "todo terreno".
Genial, no? Cómo estará mi cabeza, señor!!! Pero la pobre no dice nada. De día. De noche habla. Yo, no, ni de día ni de noche. Y voy a estallar. Espero que sin hacer ruido, por eso de no molestar, que está mal. Y si no, pues da igual. Y si no estallo, pues me iré, no sé a dónde, pero espero que lejos, aunque sea sin billete.
Los sueños son absurdos, la vida es absurda. Ya no quiero soñar, así que...Todo llegará .
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