Fernando, tu recuerdo me acompañó por el día. A ratos revivía la sensación de estar a tu lado. La tristeza que te envolvía, el azul de tus ojos. Saber que no puede ser lo que no es posible.
Iba, venía, y en un aparte recordaba y pensaba que cuando me acostara podría retomar la historia como si fuera un libro que dejas cada noche en la mesita. Pero no ha sido así. Te he perdido, y contigo se han ido esas sensaciones que me envolvieron como en un duermevela permanente.
Puede que nos volvamos a encontrar. Me gustaría tanto acariciarte, y subir hasta ese castillo sobre el cerro lleno de amapolas...
El sueño es vida. Otra vida.
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