sábado, diciembre 10, 2011

El patito feo y mamá Pata.

Los turbios manejos...Los que llevan a cabo unos para adueñarse de otros. Para poseer, para controlar, para ser amado.
No valen los caminos claros. No saben que existen. Siempre hay que torcer el camino, meterse en la hojarasca.
Arrugar el ceño, más o menos sutilmente. Guardar silencio. Mirar a otro lado.
Todo lo que siento ahora es viejo, muy viejo. Me ha acompañado desde que abrí los ojos y escuché la primera palabra y sentí el primer vacío.
Es la impronta. Mi impronta. Y la seguiré siempre, como hace toda cría  que se precie.
Y la sufriré, también siempre. Aunque me empeñe en no hacerlo.
Me queda una esperanza, tenue y frágil como el hilo de una araña. Quizá alguna vez me vea como un cisne. Quizá pueda mirarme y ver algo mejor de lo que veo. Lo de nadar con los otros cisnes, lo dejaremos para otro día.

3 comentarios:

tula dijo...

No se nos prepara para la no-manipulación ni para nada....realmente es un viaje a lo desconocido.
un abrazo

lagave dijo...

Ya. Pero te das cuenta demasiado tarde, por lo menos yo, que he debido vivir en los mundos de Yupi...

tula dijo...

Si, es cierto, nos damos cuenta cuando la juventud que da lejos...pero ¿no es acaso eso vivir?