viernes, enero 29, 2010

Río Duero desde el convento de Santa Clara.

El agua con su fluir tan calmo
La luz con su caricia fría
La distancia
La lejanía
La paz

3 comentarios:

Fackel dijo...

Tal vez lo veía así Pedro I de Castilla, mientras se resguardaba en su palacio árabe, ahí mismo, a las orillas del padre Duero.

Defines muy bien ese curso.

Buenas noches.

lagave dijo...

Supongo que mucho más hermoso, sin naves ni silos ni cables por enmedio. Pero la esencia del lugar debe ser la misma. Eso se respira. Donde hubo....

Fackel dijo...

...pues si queda algo es casi por casualidad, vamos, tras la incuria y abandono que ha sufrido esa tierra, en parte debido a caciques propios.

Un abrazo.