Ayer di de baja el teléfono. Mi teléfono. No lo rescaté de la debacle, allí quedó, ingratamente abandonado despues de casi cincuenta años.
No tuve valor para arrancarlo de la pared. No quise llevarme a un viejo amigo que me acompañó en muchas tardes de soledad, en aquella habitación pequeña, junto a la radio que me contaba y enseñaba tantas cosas y el Atlas de Aguilar que me abría al mundo.
¿No tuve valor o quise librarme del peso de todas esas horas pasadas conmigo misma intentando entender a los que me rodeaban, su vida y la mía incluídas?
¿Qué hay que hacer con los recuerdos? ¿Olvidarlos?
¿Aceptarlos? Sí, y se remata la frase diciendo"hay que pasar página".
¿Olvidarías que llevas una china en el zapato caminando por el monte? ¿Una bonita ampolla, una uña que da en la bota?
¿Una astilla clavada en el corazón de niña de ocho años?
O te lo sacas todo, o te jodes. Eso es lo que hago cuando camino.
En cincuenta años no he podido sacarme la astilla. Luego estoy jodida.
O soy un vampiro....y todavía no me he dado cuenta....
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