lunes, agosto 21, 2006

No quiero quemarme....

David me ha dicho que me falta el fuego, y es cierto. Huyo de él. Desde pequeña me daba miedo. Procuro estar en una zona, digamos que tropical. O mejor, templada tirando a eso, nunca tórrida, ecuatorial, cálida a más no poder. Me secaría! No puedo desprenderme de mi parte de agua, no puedo quemar mi aire. Me tengo que cuidar, defender. Por eso huyo del fuego. y de todo lo que se le parezca. No creo haber sido más que una sola vez, quizá dos o tres, no sé, una luciérnaga quemándose en una bombilla... Bueno, a lo mejor han sido más y me he sentido como gato escaldado! Y de ahí mi huida.

Pero no me gusta el fuego. Los volcanes me atrajeron siempre. Una chimenea, sí. Todo controlado, precioso, mejor si es en compañía. Amo los lugares cálidos, las situaciones cálidas. pero en el momento de máxima temperatura..... No lo soporto.Me voy.
No creo ser cobarde. Tengo miedo, pero meto la cabeza y ataco. De pequeña me curaba yo las heridas para que nadie me hiciera daño más que yo, que sabía lo que me hacía. Pero quemarse es otra cosa... Es por sorpresa. No lo esperas. Haces algo que crees seguro y de pronto, simplemente duele, y dura, y nada sirve para aliviarlo.

No me gusta el fuego. Pero tampoco el hielo. No me gusta el frío extremo. Cuando esquiaba, me parecía una maravilla ir tan protegida que pudiera disfrutar sin sentirme mal. Pero el calor es diferente. Nada te salva de él. Puedes desnudarte para evitarlo y estarás más desprotegida todavía. Y pensar en llenarme de capas y capas de ropa para aliviarlo me asfixia aún sin haberlo hecho. Sólo queda el agua... y esperar que sople un poco de aire fresco.

Pero, indudablemente, una parte de mí tendrá que ver con ese fuego que no me gusta nada, nada. Dónde está, es algo que todavía tengo que descubrir. Igual la tapé con muchas capas de tierra, o eché mil cubos de agua sobre ella, y por eso vuelo hacia las nubes, esas nubes que ve pasar Roberto al otro lado del mundo y que en cierta manera son las mismas que yo veo aquí.

Dios, qué cansancio de vida, que nunca paras de buscar y de encontrar y de volver a empezar...
Y por si fuera poco, con la casi certeza de que al final no entenderás nada...
Bailaré, bailaré, y mis miedos conjuraré...por un rato.
¿Quizá alrededor de una hoguera?

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