domingo, septiembre 03, 2006

A ti, a quien no conozco.


No sé quién eres.
Tus pasos pueden resonar próximos a los míos,
podemos cruzarnos en algún lugar.
Quizá incluso nuestras miradas se encuentren
y resbalen indiferentes
cayendo al suelo
perdiéndose
entre hojas secas de la calle.
Pero sé que estás.
No sé dónde.
Sé que existes.
Tu espíritu se acerca al mío en algún sueño.
Siento tu presencia al caer la tarde,
cuando el sol se oculta.
Te dejas llevar por ese aire cálido y me envuelves.
Te añoro sin conocerte, sin tenerte.
Y espero.

4 comentarios:

RODRIGO dijo...
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lagave dijo...

La vida está llena de encuentros y desencuentros. A veces parece que en la de uno se dan más estos últimos. Y resulta chocante que siendo seis mil millones de personas en este barco no vayas a encontrar alguien con quien la historia sea no digo que de película americana de los sesenta pero sí algo menos triste que lo que cuentas, normal, sencilla.
Mira que cuesta dar con el otro!!!!! Pero seguro que está por ahí dando vueltas.Y un día, al doblar una esquina, Oliveira se tropieza con la Maga..... las miradas se enganchan en vez de resbalar y ya no se sueltan......Será que sí?

Matias dijo...

Cuantas veces me puse a pensar y pensar y pensar en qué lugar estará esa persona, la justa, la indicada, la que te haga explotar el alma para convertirla en algo sólido, algo que le puedas regalar por estar contigo.

lagave dijo...

Seguro que está, Mat. Y no una, sino mil.A veces las buscamos, pero buscar no es sinónimo de encontrar.Más bien, es un obstáculo porque te condiciona, te predispone en favor o en contra de posibles hallazgos.
Dejar que la vida llegue a ti, o ir tú hacia la vida...Empeñarte en algo o recoger lo que llega. Acertar, equivocarse, ganar, perder, tener, no tener.
En el fondo todo resulta una solemne tontería.Debe ser que vivir en el fondo también es eso y por eso buscamos amor.