martes, diciembre 25, 2007

"Recurrencias"


" De pronto me encontré con un título entre las manos que decía que era propietaria de un piso. Me dí la vuelta y miré al mar, de un color extrañamente verdoso. Curioso, había ido allí por una reunión de trabajo, y sin venir a cuento cumplía uno de mis deseos más persistentes...
Mis compañeras comentaban anécdotas de la jornada. Íbamos andando por un camino de arcilla rojiza, las palmeras a los lados. Chiringuitos, gente parloteando. Y sentí la necesidad de volverme hacia el mar. Dí media vuelta y corrí, mientras ellas contaban tonterías de unos y de otros.
Sabía que estaba prohibido bañarse. Sólo quedaba un estrecho pasillo a un lado con un cartel que decía "Usted puede nadar aquí si quiere". El fondo era de ladrillo azul, y el agua tenía un cierto aspecto lechoso, aunque al otro lado seguía siendo verdosa . Todo estaba rodeado de una estrecha acera, y había un techo abovedado como en las estaciones de metro, que se desdibujaba hacia la zona prohibida. Irremediablemente, me zambullí. Las personas que estaban sentadas en la acera me miraban sorprendidas. "Debe ser que nadie se baña mucho aquí", pensé, "voy a coger algo en esta agua tan turbia". Mis movimientos eran un tanto extraños en aquel reducto estrecho y pegado a una pared. Salí y volví junto a mi grupo y seguimos hablando tonterías. Súbitamente, entre las palmeras apareció mi cuñada con un folleto en las manos, radiante de alegría. " mira, mira, te hemos conseguido un piso de protección oficial, es poca cosa, dos habitaciones, pero se paga bien" Y ante mí, se desplegó mágicamente una avenida tranquila flanqueada por las sempiternas palmeras, con casa blancas a los lados y un cielo muy azul.No podía creer lo que me estaba pasando. Así, sin querer ni saber por qué, me encontraba dueña de dos casas mas las dos que ya tenía, y sin sensación de agobio por no poder pagar alguna. Era fantástico, mi sueño dorado....!
Había oscurecido, y me volví al mar. Era el lado prohibido. Bajé por una escalerilla que estaba pegada a la acera. El agua seguía siendo verdosa, casi negra en realidad, y me sumergí. No sentía frío ni calor. Era un agua neutra pero acariciante. Había parejas de personas mayores bañándose. igual de transgresores que yo. Y otros buceando prácticamente a oscuras. Alguien me rozó un pie al pasar debajo de mi. "Bien", pensé, "Luego esto no es tan rígido como parece, la gente lo hace y no hay problemas". Me permití el lujo de bracear a gusto , quizá demasiado cerca de la pared, pero con sensación de libertad.
Salí del agua y volví al camino. Allí seguían mis compañeras hablando de una tal Catharina, que iba a dar mucha guerra porque venía con muchas ganas de trabajar. Y me senté en el suelo de arcilla roja, sin más"

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