domingo, febrero 24, 2008

Intento quitarme estos trozos de mí misma que llevan tanto tiempo pegados a mí. No son escudos protectores, o sí, no sé, pero impiden que salgan otros elementos que se se supone deberían estar. Estarán?No tengo constancia de ello, pero sí de ese impedimento, de esa sensación de impotencia que me acompaña casi permanentemente como la nube que tapa la cima de algunos volcanes.
Y siempre me gustaron los volcanes, fíjate. Desde antes de leer Viaje al centro de la Tierra, y luego más, por supuesto. Es fácil adivinar que envidio su poder explosivo, su peligro latente, su grandeza incontrolada, ¿su capacidad destructiva?Puede ser, puedes ser.
Pues eso. Mi nube me rodea y me sigue a todas partes. Menos cuando bailo lo que yo quiero bailar, que entonces se convierte en casi un vapor tenue, un sfumato que sólo yo veo porque bailo sola.Cuando me acuesto, me engaña. Se hace pasar por parte de mi cama, se acomoda a mí en otra postura hasta que me levanto y me envuelve otra vez.
Ojalá pudiera tender delante de mí un camino de tela brillante que me llevara fuera, que me ayudara a fluir armoniosamente. Y olvidar así nubes y volcanes.

viernes, febrero 22, 2008

Cosas que estudiaba una.

« Chanson d´automne », (Poèmes saturniens)


Les sanglots longs
Des violons
De l´automne
Blessent mon coeur
D´une langueur
Monotone.

Tout suffocant
Et blême, quand
Sonne l´heure,
Je me souviens
Des jours anciens
Et je pleure.

Et je m´en vais
Au vent mauvais
Qui m´emporte
Deçà, delà,
Pareil à la
Feuille morte.

Buscando en una polvorienta estantería encontré mi viejo libro de francés, despegado, deshilachado, ¡destrozado! Tantas vueltas debí darle.... Y allí estaba. Verlaine, Paul. La música de las palabras, los sentimientos de la música, mis quince años. Lo hacía mío con quince años.Por mis días pasados y los que habían de venir. Que yo lo sabía, que sabía ya que iba para hoja muerta por muchas ilusiones que tuviera. Que la languidez monótona es como la sequía, pertinaz, y productora de esterilidad mental. Que sí, que lo sabía. Y aquí estoy, sollozando en este invierno que se muere. Sin violones ni violines. En esta escena no me han puesto música de fondo.

miércoles, febrero 20, 2008

martes, febrero 19, 2008

Su persona, sus costumbres, todo en general, había sido cuestionado desde que llegó a aquel lugar. El proceso fue lento, quizá porque al principio dudaban de su permanencia allí y la veían como una simple visitante. Pero a medida que sus estancias se hacían más frecuentes y largas, y se empezó a ver que aquello respondía a algo serio y con un propósito definido, las críticas se acentuaron y se generalizaron. No eran abiertas ni explícitas, todo fluía solapadamente, como una filtración de agua que va socavando los muros de una casa.
Un comentario aquí, otro allá.Una mirada, un gesto. "No nos gustas, eres diferente"."Vete, vienes a llevarte algo nuestro". Ante aquellas actuaciones tan poco definidas y tan sutiles a veces, no cabía una respuesta contundente. Adaptarse, sobrevivir, y disfrutar de lo que hacía que estuviese allí.
Sólo aquel hombre se permitía decir abiertamente y en su cara lo que pensaba.
-¿Otra vez aquí? ¿es que te echan de tu tierra?
- Eres de mala raza, comes y no engordas.
Y a veces, un gesto torcido, una mirada de medio lado y un escurrido apretón de manos cuando no tenía más remedio que saludar y dar la bienvenida.
El no reconocimiento, la negación hacían que Nina se esforzase en afirmar su existencia, su presencia, su derecho. Y a la vez se veía obligada a verse con unos ojos que no eran los suyos y que le devolvían una pobre imagen de sí misma. Y a la vez reconocía su imagen familiar que la había llevado hasta allí, su yo, que le decían que no tenían razón ni justificación.
Batalla absurda. Contradicciones dolorosas. Empeño vano. Energía perdida. Tiempo perdido.
Ella, que no era hábil en la lucha, sólo supo resistir y afanarse en demostrar lo que a casi nadie le interesaba. No hubo intercambio de estocadas ni golpes certeros. Nada de demostraciones de fuerza. Encajar y esperar. Energía perdida, tiempo perdido...

miércoles, febrero 13, 2008

Del caño al coro y del coro al caño.

Ése es mi recorrido.Ya sé que la rutina tranquiliza, da seguridad, estructura, y más cosas, sí.
Me quedo con lo de más cosas, porque ni me siento tranquila, ni estructurada, ni segura. Cualquiera sabe qué serán esas más cosas.
Con la primavera, a los árboles les saldrán hojas y flores (ya he visto los primeros almendros y olmos floridos, y mimosas también) No sé, no sé, pero puede que a mí me salgan unas alitas que me hagan levantar el vuelo, sólo un poco, lo justo para irme por algún desvío aunque al final mi destino sea el coro o el caño. Lo importante es el trayecto recorrido, no el destino.
La culpa la tienen los faros, y la isla de Ouessant, y Morbihan. Y todos los verdes del mundo que siento se están poniendo de acuerdo para brillar, para relucir, para llamarme con voz suave y tierna.

lunes, febrero 11, 2008

Quisiera escribirte un poema, parecido a aquellos de mis cuadernos de tapa azul. Donde el sentimiento y la pasión desbordaran el límite de la hoja.
Poder plagiar "tú todo lo llenas, todo lo ocupas"
Pero no.
"Esta racha de amor sin apetito" que decía aquel loco, "esta racha de apetito sin amor", que digo yo, loca también.
Quisiera sentir algo más y mejor de lo que siento. Igual es lo apropiado y lo demás, lo anterior, eran desvarios, pero hoy por hoy se me hace tan poco...
De todo esto se deduce que me siento algo vacía, algo desinflada, algo desilusionada. Mi ansia de algo pleno se diluye como azúcar en café.
Lo he cargado mucho y me sabe amargo...
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo.....

sábado, febrero 09, 2008


Desde pequeña amo los faros, cuando por primera vez vi el de cabo de Palos.
Solos, firmemente aposentados en sus rocas, abiertos al mar, oteando el horizonte, recibiendo la luz de día y regalándola de noche.
Pensé seriamente hacerme farera, pero en aquel momento las mujeres no podían ejercer de determinadas cosas. Y de ello me ha quedado una nostalgia vaga que se agudiza cuando me encuentro con alguno.
Cada elección tiene detrás una explicación más o menos consciente.
Un deseo para uno mismo, silencioso o no.
A veces, una clara demanda que se hace a los demás ofreciendo lo mismo que tú pides.
A veces, una añoranza de algo indefinido que dormita en algún perdido rincón del alma, y que la palabra no acierta a describir.

hasta mañana

Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja

para la muerte, que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño

que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido

por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?

Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me lo digan cuando me despierte.

Mario Benedetti


lunes, febrero 04, 2008


Mis deseos de huir crecen por momentos. Día a día siento que mis ataduras aprietan un poco más. Puedo cerrar los ojos, actuar, y hacer que no pasa nada, y dejar que esos mismos días se conviertan en días de tránsito hacia cada vez más escasos días para vivir plenamente. Días, días, días. cada noche la misma tortura, pensando en el nuevo amanecer.
Qué ha sido mi vida hasta ahora? una espera de un momento que nunca acabó de llegar. Como el tren de mis sueños, que además cuando por fin aparecía no tenía sitio para mí.
Mis deseos de huir crecen por momentos. Esto no tiene sentido. Mi vida tiene el mismo sentido que un vendaje que se pone a alguien, que una aspirina que alguien toma cuando le duele algo. Reparadora, consoladora, sostenedora. Y yo, queriendo estar tumbada al sol, viendo las nubes pasar. Ja! Ilusa. Dónde están mis pinturas de antes? Dónde mis cuadernos? Dónde mi alegría?
Esto es inmadurez? Esto es no asumir la vida adulta? Pues sí, debe ser, y me da igual. Yo tengo dentro de mí, todavía perceptible, aquel trazo de la persona que quería ser y que tuve que dejar atrás, poco a poco, "por necesidades del servicio". Y me llama, y me pide que no la ahogue del todo.
Mis deseos de huir crecen por momentos. Pero va a da igual. Seguiré aquí, en un mundo feliz, de éxito aparente o cierto, con la sensación de mi fracaso envolviéndome más o menos permanentemente. Hasta que un día de esos de tránsito sea el último.

sábado, febrero 02, 2008



Mil metros de caída. De la tierra a la tierra, volando. Atrapados por la belleza, huyendo. Descansando. Reposando.