viernes, octubre 17, 2008

Falsas expectativas


Cada mañana, al llegar, abría las ventanas y enrollaba las persianas.El cielo, de un pálido azul, ofrecía jirones de nubes, a veces neblinas. Se adivinaba el levante tras el tejado del patio por un fulgor especial.Quizá era el reflejo del mar, liso e inmóvil a esas horas, quizá la humedad.
Con ese gesto, se asomaba a lo que estaba por venir.La luz, la vida, volar. No veía que era sólo un pequeño espacio encerrado entre cuatro paredes lo que tenía delante, y no la infinitud del espacio que tanto ansiaba.
Y así fue. Un pequeño resquicio de cielo, sólo eso.

No hay comentarios: