Si miro hacia atrás
veo
los caminos azules
que nunca
pude pisar.
Siento
lo que sentí entonces
iluminado
dentro de de mí.
Y se cuela,
se escapa,
se pierde,
entre lo que pudo ser
y lo que fue.
Hermoso sueño.
Hermosos sueños.
Vivir despertando de uno
y enredándose en otro.
Engaño vital, engaño.
Qué me queda ahora?

La inocencia no es patrimonio de la niñez.
YO soy una ancianita inocente que toda la vida lo fue, lo es, lo será. Y de paso, crédula.
Señor, qué cruz!

Todo puede cambiar. Nada es absoluto. Incluso la muerte. No sabemos.
Estoy contigo, pero sin ti.
Ahora.
Pero, ¿y luego?.
No sé.
Nunca sé nada.
Y siempre quise saber,
siempre ignorando.
Todo es remolino gris y amarillo.
Como aquellas persianas
de aquella fría habitación
de aquella triste casa.
Siempre estando
pero sin estar,
siempre sabiendo
pero sin saber.
Todo puede cambiar.
Si.
No.
Margaritas deshojadas
a mi alrededor.

Brindo al sol.
Sí, a él le ofrezco
y a la luna también
y a los árboles,
las rocas
y el agua.
Ofrezco mi ser
a todos ellos.
No hay comunión posible,
no la hay.
Sólo queda soledad.
Caminos cortados.
Puentes rotos.
Uno con uno mismo.

Hoy hace tarde de quedarse en casa viendo llover tras los cristales.
De oír música y no pensar.
Ver, nada más.
Estar
Un mirador blanco, con una mesa acogedora y plantas alrededor.
La calle casi desierta,el pavimento reluciente.
Un bar metido en el mar, un café con leche condensada, una partida de dados.
El mar gris, el cielo gris, olor a leña quemada.
Una habitación de hospital, pequeña, con la cháchara de la televisión amodorrando el dolor.

Simplemente, estar.

Las telas se arremolinan sobre sus cabezas.
Sus caras resplandecen.
Niños.
Ríen.
Sus ojos aprehenden brillos en rojo, amarillo, azul, verde, naranja, rosa, oro y plata.
Olas, vivos colores en movimiento.
Caricias visuales.
Niños.
Abriéndose a la vida, a un mundo de sensaciones.
Todo tan nuevo, tan libre, por descubrir.
Niños.
Tomad y comed de mi mente, de mi cuerpo.
Y yo viviré en vosotros.

Desconocido

Su día a día no le pertenece. Su amanecer, su despertar. El aseo cuidadoso, o quizá no, apresurado buscando una taza de café. O será té. Los ruidos en la cocina, los chicos. Un beso de despedida. Una gabardina sobre los hombros, el periódico en el asiento del coche. O un libro. El viaje al trabajo. Las calles que atraviesa, las gentes que ve, los árboles que contempla. La rutina, los papeles, los compañeros. La búsqueda. El almuerzo. Un bocadillo? una fruta? Quizá.
La vuelta a casa. La bienvenida. Un paseo por el campo. El descanso, la copa en la mano. O el cigarro. La cena, las charlas. Su anochecer. Las caricias, la entrega. Su descanso. Sus sueños.
Nada de lo que es suyo le pertenece, porque no lo conoce. porque no forma parte de su vida. Porque no es nada en ese mundo. Un vago recuerdo?. Puede ser...

Se ha ido el sol. Vuelve a refrescar.Las ramas del árbol se agitan sin parar.
No quiero ese cielo gris, necesito luz y calor. Tu calor. Su calor.
Aún no es tiempo.
La cuestión es ¿cuánto tiempo me queda?

Y se acabó.

Va por él.

La música tira del hilo de mis sentimientos, los va sacando de mis entretelas, donde los guardé para no sufrir.