jueves, octubre 11, 2007

Historia de él

Él, muy pequeño, se quedó sin padre. En el pueblo de Segovia donde vivían, los primos y los tíos no querían que fuese a un "colegio interno". Era tan chico que el babi a rayas le llegaba hasta los pies. ¿Por qué le llevó allí su madre?Ignorancia, egoísmo... Vaya usted a saber, cualquier cosa era posible en 1926, en esa España oscura que quedaba tan lejos de Francia. Y allá que te fueron, los tres hermanos, y sólo volvían en verano.
Y su madre se casó con un tipo rico de Toledo, que tenía tierras y más tierras, y tuvo otro hijo que no fue a ningún colegio interno. Y ellos en verano, cogían sandías y melones, los comían allí mismo en la tierra, partiéndolos de un golpe en las rodillas...Y en otoño, vuelta a marchar, primero Madrid, luego Barcelona. Sumar, restar, multiplicar, dividir, rezar, copiar planas para tener buena letra, dibujar.... Y nada más. La vida era sucesión de veranos cortos e inviernos largos.
La República no supuso ningún cambio notable para un niño de ocho años encerrado entre cuatro paredes. Nada rompió su rutina segura. pero al poco todo dió la vuelta. Tout est bouleversé!
Barcelona estaba en la zona roja, Toledo muy pronto en la nacional, aunque eso era indiferente. Lo realmente importante es que en ese verano, ellos estaban en el lugar equivocado, Barcelona. Por qué? Quizá es que ya no iban en vacaciones a "casa", olvidados como maletas de cartón en cualquier sitio, no eran nada, estorbos.... Nunca lo he sabido, pero así fué.
Y qué pasó? Pues que los maestros y alumnos en edad de combatir, más o menos de dieciseis a cuarenta y cinco años fueron reclutados. Y los niños se quedaron solos en el "colegio interno", enmedio de una guerra, sin que nadie se preocupase pos ellos.
Autogestión. Cuadrillas de niños que salían a la calle en pos de las colillas de los cigarros para lavar el tabaco y fabricar otros ¿nuevos? y cambiarlos por comida.
Desmontar espoletas de bombas y echarlas a rodar por el carrer San Pau para que la gente del mercado se fuera espantada y ellos pudieran llevarse todo lo que cupiera en sus babis, amarrados a la cintura y desabrochados para atesorar pegado a su piel lo que robaban de los puestos....
Acechar a los milicianos dormidos y coserles la ropa con alambres para cortarles las correas de los pistolones y cambiarlos por leche condensada para los pequeños.....
Tirar piedras a los barcos del puerto para que respondieran con naranjas...

Zanahorias y cebollas crudas arrancadas del campo de alguna masía, el payés ladrando, jurando y corriendo detrás de ellos....

Y más.Y más. Y más. Productiva y ¿feliz?infancia." Yo quería haber sido maestro, pero la guerra....después....." Y, antes, ¿quién cuidó de ti? quién te quiso un poquito?
Y ahora...

2 comentarios:

ana dijo...

Una historia realmente triste e injusta, pero una gran verdad, ese niño podría haber llegado a ser un terrible delincuente y si no lo fue es porque adentro llevaba algo muy fuerte, no sé qué, para mantenerlo feliz, sí feliz, aunque sin ser maestro.
Buen relato, Lagave. Te dejo un abrazote.

lagave dijo...

Gracias, Ana. Lo que tuviera de fuerte entonces, que es cierto que lo era, ahora se ha venido abajo.
El tiempo es un rodillo que todo lo machaca. Pero no hay que quejarse demasiado. hay quien tiene tiempo y quien no...
Qué difícil el resistir la imagen que devuelven los espejos.
Un beso.
Carmen.